domingo, 21 de noviembre de 2010

Rumbo a la Maratón CS; Media Maratón Valencia

Cartel de la prueba, con 8000 inscritos
La semana había sido bastante provechosa en cuanto a los entrenes. Buenas sesiones de calidad y de cantidad con la agradable sorpresa de esas que de vez en cuando te encuentras y que significa que, sin saber muy cómo o porqué, de repente te ves en un escalón más arriba en cuanto a sensaciones y, más importante aún, en prestaciones. Sesiones de cuestas en las que el ritmo se veía incrementado notablemente, buenas series de "velocidad" y resistencia, salidas a ritmos sostenidos que hace apenas quince días era incapaz de mantener más allá de un ratito; en fin, que llegado el viernes, después de la última sesión de la semana (había cambiado el habitual descanso del viernes al sábado por motivos familiares y teniendo presente la Media del domingo por calles de Valencia), la moral estaba por las nubes aunque, eso sí, los pies seguían estando en el suelo sabiendo que el camino que queda es largo y lleno de sacrificio porque esto no ha hecho más que empezar. Pero siempre resulta motivador ver que ese esfuerzo continuado, por mucho que de vez en cuando aparezcan las dudas y los días tontos, va reflejándose en un rendimiento aparentemente mejor y en unos resultados en carreras que, año tras año, van mostrando una buena evolución en las marcas personales. De todas formas todavía quedaba la prueba de fuego de la semana, consistente en recorrer por segunda vez en apenas dos semanas las calles de una ciudad, en este caso Valencia, siguiendo una línea en esta ocasión verde que te va marcando un camino donde el único horizonte y las únicas vistas reseñables (o casi) son esa senda negra sin fin y unos ritmos machacones por lo continuados. Y este sí que era un test casi definitivo de cara a ver las posibilidades de cara a la MCS, única "culpable" de esta fiebre por el asfalto que parece haberme entrado en los últimos dos meses.
El sábado por la mañana me di una vuelta por el puerto para proceder a la recogida del dorsal y del chip y, de paso, darme un garbeo por la Feria del Corredor que para la ocasión había montado la S.D. Correcaminos, organizadora del acontecimiento. Tenía bastante curiosidad por observar la organización del evento en todas y cada una de las facetas del mismo por cuanto se trataba de la primera prueba en la que participaba que alcanzaba un nivel de participación como ésta, de ocho mil corredores. Hasta la fecha solamente los mil y pico participantes de la MiM podía catalogarse como tal en mi historial como corredor y por ello, como ya he dicho, la curiosidad me picaba. Y en relación a esta primera fase del evento las cosas estaban muy bien organizadas; el marco que acogía el mismo era inmejorable y los esfuerzos de los organizadores daban buenos frutos con un proceso ágil, rápido y con la inestimable presencia de unos voluntarios que derrochaban simpatía por doquier. En poco tiempo cumplí con el trámite de la recogida y me pude dedicar a curiosear por los distintos stands de la feria. Saciada la curiosidad me dirigí de vuelta a casa para pasar un sábado de relax absoluto en compañía de mis niñas y de mis sobrinos, Toni y Pablo, con la cabeza muy alejada de las preocupaciones que, a buen seguro, la llenarían en poco tiempo.
Durante la tarde del sábado el tiempo empezó a empeorar, cumpliéndose las previsiones de un fuerte viento, algo que me tenía también preocupado pero cuya solución, desgraciadamente, escapaba de mi capacidad. Así, más tarde de lo que la prudencia recomendaba, di por finalizado el día y como coloquialmente se suele decir me apresté a planchar la oreja con la intención de descansar lo mejor posible. La intención era esa pero no sé si debido al viento que golpeaba las persianas o por la propia inquietud por la carrera el descanso no fue tan bueno como hubiera querido.
A la mañana siguiente, siguiendo el plan establecido, sonó el despertador a las 7.15 lo que puso en marcha el ritual de costumbre: elegir la ropa para la carrera, vestirme, desayunar frugalmente, analizar y repasar los datos que había ido acumulando durante los últimos días y, finalmente, coche y al lugar de partida. Después de una pequeña vuelta por los alrededores de la zona sin encontrar aparcamiento opté por dejarlo en un parking privado (qué ladrones) para olvidarme lo antes posible de todo lo que no tuviera que ver con la carrera propiamente dicha. A partir de aquí, un breve calentamiento para poner el cuerpo en sintonía y, de paso, combatir el aire frío que, sobre todo a la sombra, nos golpeaba y enseguida hacia la zona de salida a ocupar un lugar lo más adelantado posible dentro del "pelotón de los torpes" (con todo el cariño) donde me tocaba ubicarme. Todo este trámite del calentamiento se hizo más llevadero con la compañía de Teo con el tuve la suerte de encontrarme nada empezar el mismo y que andaría luego siempre algo por delante de mí en carrera.
Llegado el momento de la salida la duda era saber como iba a gestionar el correr entre esa ingente cantidad de gente pero lo cierto es que como salía razonablemente delante no se hizo tan complicado. Es más, de manera casi inmediata pude coger un ritmo parecido al previsto inicialmente y sostenerlo mientas las fuerzas me lo permitieron. Es cierto que hasta prácticamente llegado el kilómetro cuatro no pude librarme de algún que otro parón al encontrarme a gente en el camino pero de la misma manera imagino que también yo sería causante de alguno de ellos en otros compañeros. De todas formas insisto en que la cosa fue mucho más tranquila y natural de lo esperado.
satisfactorios porque el ritmo al que transitaba era más o menos el previsto y las sensaciones en general también eran buenas. Es cierto que la sensación de cansancio de piernas fue una constante desde el primer momento pero es algo que no me ha sorprendido, es más, lo esperaba porque como ya he dicho antes la semana había transcurrido con bastante carga de trabajo y, evidentemente, eso se ha de notar. Sin embargo esa sensación de cansancio no hacía mella, la menos inicialmente, en mi maldita cabeza y poco a poco iba devorando metros por las calles de Valencia. Los primeros kilómetros de carrera consistían en hacer una pequeña vuelta por los alrededores del puerto que nos iban a dejar nuevamente en la línea de salida pero con la diferencia de haber completado ya unos siete kilómetros. A partir de aquí la carrera se dirigía hacia el Paseo de la Alameda, cruzando el río por el puente de Viveros lo que nos llevaba a un pequeño recorrido circular por el centro de la ciudad, con paso por la Plaza del Ayuntamiento, especial emotivo por la cantidad de gente que allí se agolpaba animando incesantemente, y vuelta por Pintor Sorolla hacia la Alameda a la que accedíamos tras cruzar el puente de las flores (os confieso que en ese punto yo ya no veía las flores) para hacer recorrido en sentido inverso hacia el puerto donde tras cruzar el puente giratorio, en pleno circuito de la F1, dispendio absurdo donde los haya por cierto, girábamos ya en una larga recta final hasta la meta.
Pero volvamos al paso por meta, kilómetro siete. Hasta este punto las sensaciones muy buenas pero a partir de aquí, en especial los kilómetros nueve y diez se han convertido en el primer punto crítico de la carrera. El fuerte viento en contra que soplaba ha hecho de este tramo por la Avda de Baleares un pequeño suplicio que me ha llevado a ritmos demasiado cercanos a los cinco minutos el kilómetro. Afortunadamente superado este pequeño bache he podido volver a ser el "dueño" de mi carrera, regulando bastante en algún tramo donde las piernas parecían estar especialmente pesadas y apretando cuando esa sensación menguaba de manera suficiente. De ahí esa pequeña irregularidad en los parciales que adjunto más adelante. También es cierto que llegado el kilómetro catorce, de vuelta ya hacia el puerto por la Alameda la calculadora me decía que con ritmos de cinco el kilómetro estaría por debajo de la hora cuarenta, tiempo que sin ser mi objetivo más ambicioso sí que era el objetivo mínimo. Ello ha hecho que haya sido algo amarrategui en este tramo final, algo que sin embargo no me ha evitado tener que regular bastante en los dos kilómetros finales porque si bien el cuerpo decía que adelante, las piernas daban síntomas claros de agotamiento y de sobrecarga.
En resumen, como podréis observar en el desglose de parciales que adjunto después os dejo algunos tiempos de paso significativos:
  5.000           22.18
10.000           45.46 (23.24 para el segundo 5000)
15.000           68.52 (23.06 para el tercer 5000)
20.000           92.50 (24.08 para el cuarto 5000)

Desglose de tiempos por kilómetro
4.28; 4.29; 4.24; 4.26; 4.31; 4.32; 4.33; 4.35; 4.56; 4.52; 4.35
4.52; 4.26; 4.33; 4.40; 4.47; 4.51; 4.39; 4.43; 4.58; 5.04

En fin, ¿con qué sensaciones me quedo?. En primer lugar contento por la marca aunque creo que mis piernas en estos momentos tienen un par de minutos o tres menos que lo logrado hoy. En cualquier caso, bajar por primera vez de 1.40 siempre es positivo y con ello me quedo. En segundo lugar, parece que hoy la cabeza ha funcionado algo mejor aunque con momentos difíciles que, menos en una ocasión, he sabido controlar. Y por último, de cara a la MCS, el respeto se acrecienta cada día que pasa pero, por el contrario, creo que la marca soñada (y que sigo reservándome) es factible para el doce de diciembre.
Acabo ya; FELICIDADES con mayúsculas a todos los que de una u otra forma habéis sido parte importante de la carrera: corredores, voluntarios, organización, acompañantes y público en general. Y al mismo tiempo gracias porque entre todos habéis conseguido que disfrute de una mañana genial a pesar de que se desarrollaba en la poco amada senda negra. OS dejo enlace a los datos en Garmin y Wikiloc y os emplazo a mi próxima aventura que, salvo sorpresa mayúscula, se desarrollará por las sendas y pistas de mi bien amada Benicàssim y su imponente Desert de les Palmes. Hasta entonces

1 comentario:

Trapatroles dijo...

Felicidades por bajar de 1:40 y suerte en Castelló.

Un valencià que viu a Cartagena

Saludos, Ramón