martes, 20 de marzo de 2012

Maratona di Roma; ja hi som "Marathon Men"

Cartel de la
Maratona di Roma 2012
No hace mucho tiempo escribía en este blog que toda esta historia de carreras y más carreras empezaba a finales del 2007 cuando me decidía a debutar en este mundillo en una ya lejana y fría mañana de noviembre por las montañas de Benicàssim. Desde entonces cuatro largos años llenos de alegrías, la mayoría, y tristezas, afortunadamente las menos, jalonan mi personal historia de corredor. Sin embargo desde prácticamente el inicio de la historia había un objetivo que antes o después había que cumplir. Imagino que como muchos de vosotros, siempre me quedaba ese anhelo de completar una Maratón de asfalto, esa distancia que siempre ha tenido el misticismo y el encanto de una distancia que parece inaccesible para casi todo el mundo. Hace ahora poco más de un año parecía que ese sueño iba a hacerse realidad, y además en un marco que para mí hubiera sido incomparable: qué mejor manera de cumplir un sueño como éste que hacerlo en casa y al abrigo de una primera edición, circunstancias que se daban ambas en la I Maratón de Castellón. Desgraciadamente los duendes se aliaron para evitar que ese sueño se cumpliera; un inoportuno episodio de fiebre los días anteriores a la carrera aconsejaron mi abandono antes de iniciar ese episodio. De esa situación nació la idea de que antes o después se produciría ese debut en la distancia y que, además, intentaría que fuera en un escenario mítico. El tiempo pasaba y no llegaba la ocasión pero como todo lo bueno se hace esperar pero acaba llegando, en esta ocasión no iba a ser menos: hace ahora algo más de tres meses surgió esa oportunidad en forma de viaje a Roma y de ser partícipe de una carrera que, desde la distancia, tenía toda la pinta de ser especial y espectacular. Y hacia allí me fui... nos fuimos Rubén y yo, con las respectivas señoras para protagonizar esta historia, la historia de un sueño que se iba tornar en realidad. Esta es la narración de ese sueño... permitidme que en esta ocasión lleve dedicatoria especial a dos personas especiales que no pudieron vivirlo conmigo pero que seguro que allá donde se encuentren habrán empujado para que mi sueño se haga realidad: Tía Consu, Irene, esta historia va por vosotras.
Roma fue fundada, según la tradición, por Rómulo y Remo, ambos amamantados por una loba, el 21 de abril de 753 a.C. Previo a la fundación de la ciudad, y también en forma contemporánea a ello, Italia estaba habitada por distintos pueblos: los latinos, que ocupaban la llanura entre el río Tíber y los montes Albanos; el Tíber separaba a los umbros al Sur y los etruscos al norte, al este y sureste del Lacio se encontraba la cadena Apenina que sería el dominio de pastores nómadas emparentados entre sí: los sabinos, samnitas, marsos, volscos, campanos en Nápoles, ausones y oscos. Todavía más al sur, los lucanos y bruttios.
Roma tuvo un gobierno monárquico por un período de 244 años, con soberanos inicialmente de origen latino y sabino, y posteriormente etrusco. La tradición cuenta que hubo siete reyes: su fundador Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marcio, Tarquinio Prisco, Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio. Expulsado de la ciudad el último rey etrusco e instaurada una república oligárquica en el 509 a.C., Roma inicia un periodo que se distingue por las luchas internas entre patricios y plebeyos y continuas guerras contra los otros pueblos de la Italia antigua: etruscos, latinos, volscos y ecuos. Convertida en la población más poderosa del Lazio, Roma lleva a cabo varias guerras (contra los galos, los oscos y la colonia griega de Tarento, aliados de Pirro, rey de Epiro) que le permitieron la conquista de la Península itálica, desde la zona central hasta la Magna Grecia.
Los siglos III y II a.C. estuvieron caracterizados por la conquista romana del Mediterráneo y del Oriente, debida a las tres guerras púnicas (264-146 a.C.) combatidas contra la ciudad de Cartago y a las tres guerras macedónicas (212-168 a.C.) contra el Reino de Macedonia. Fueron instituidas las primeras provincias romanas: Sicilia, Cerdeña, Hispania, Macedonia, Grecia (Acaia), África. En la segunda mitad de del siglo II y del Siglo I a.C. se registraron numerosas revueltas, complots, guerras civiles y dictaduras: son los siglos en los que aparece en el panorama político y social Tiberio y Cayo Graco, así como Yugurta, Quinto Lutacio Cátulo, Cayo Mario, Lucio Cornelio Sila, Marco Emilio Lépido, Espartaco, Gneo Pompeyo, Marco Licinio Craso, Lucio Sergio Catilina, Marco Tulio Cicerón, Julio César y Augusto, quien, después de haber sido miembro del segundo triunvirato junto con Marco Antonio y Lépido, en el 27 a. C. se convierte en princeps civitatis y le fue conferido el título de Augusto o Emperador.
Instituido de facto el Imperio, que alcanzará su máxima expansión en el Siglo II, bajo el mandato del emperador Trajano, Roma se confirmó como el caput mundi, es decir, la capital del mundo, expresión que se le había atribuido ya en el período republicano. El territorio del imperio, en efecto, se extendía desde el Océano Atlántico hasta el Golfo Pérsico, y desde la parte centro-septentrional de la Britannia (actual Gran Bretaña) hasta Egipto.

El jueves quince, ya entrada la noche, con la pena instalada en el fondo del corazón pero con la "obligación" de continuar adelante con esto que llaman vida, Mónica y yo cargamos las maletas de ilusión y acompañados por Rubén y Clara, els veins, nos plantamos en Roma para pasar un fin de semana que todos esperábamos fuera inolvidable y con final feliz en forma de triunfo de los dos "maromos" sobre la mítica distancia de la maratón. Dos días de intenso movimiento, de caminar sin parar contemplando extasiados las bellezas de la antigua Roma Imperial y de otros monumentos y lugares bastante más recientes pero no por ello menos hermosos, nos llevaban hasta la noche del sábado donde tocaba cambiar el chip y concentrarse en la aventura del día siguiente en el que nos iba a tocar contemplar esas bellezas desde la perspectiva del corredor popular, de ese que corre por el mero hecho de disfrutar sufriendo y de poder declarar orgulloso sus victorias sobre las distancias, siempre, y las marcas, casi nunca. Antes de ello, la tarde del viernes pudimos hacer un paréntesis en la visita turística para acudir al Village de la Maratona a recoger el dorsal y la mochila del corredor, pedazo de mochila Asics con una camiseta chulísima también Asics que guardaré para siempre en el cajón de los "trofeos".
El caso es que llegado el sábado por la noche apareció esa sensación que acompaña a las ocasiones especiales; en mi caso no se puede hablar de nervios porque no soy una persona nerviosa en absoluto pero sí que empezaba el cosquilleo en el estómago y cierta sensación de euforia, mezclada con una dosis similar de respeto hacia lo desconocido que, sin embargo, no me impidió conciliar el sueño. A las seis de la mañana ya estaba con los ojos como platos esperando la hora H y después de desayunar un buen café con leche, algo que igual después me acabó pasando cierta factura, en compañía de Rubén nos fuimos rumbo al Coliseo donde se ubicaba la salida, y también la llegada, de la Maratona di Roma.

Momentos de ilusión poco antes de la salida al lado del Coliseo
El Colosseo Romano es un anfiteatro de la época del Imperio romano, construido en el siglo I en el centro de la ciudad de Roma. Originalmente era denominado Anfiteatro Flavio (Amphitheatrum Flavium), en honor a la Dinastía Flavia de emperadores que lo construyó, y pasó a ser llamado Colosseum por una gran estatua ubicada junto a él, el Coloso de Nerón, no conservada actualmente. Por sus características arquitectónicas, estado de conservación e historia, el Coliseo es uno de los monumentos más famosos de la antigüedad clásica. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980 por la Unesco y como una de Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno el 7 de julio de 2007. En la antigüedad poseía un aforo para 50.000 espectadores, con ochenta filas de gradas. Los que estaban cerca de la arena eran el Emperador y los senadores, y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad. En el Coliseo tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. Se construyó justo al Este del Foro Romano, y las obras empezaron entre el 70 d.C. y el 72 d.C., bajo mandato del emperador Vespasiano. El anfiteatro, que era el más grande jamás construido en el Imperio romano, se completó en el 80 d.C. por el emperador Tito, y fue modificado durante el reinado de Domiciano. Su inauguración duró 100 días, participando de ella todo el pueblo romano y muriendo en su celebración decenas de gladiadores y fieras que dieron su vida por el placer y el espectáculo del pueblo.
El Coliseo se usó durante casi 500 años, celebrándose los últimos juegos de la historia en el siglo VI, bastante más tarde de la tradicional fecha de la caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d.C. Así como las peleas de gladiadores, muchos otros espectáculos públicos tenían lugar aquí, como naumaquias, caza de animales, ejecuciones, recreaciones de famosas batallas, y obras de teatro basadas en la mitología clásica. El edificio dejó de ser usado para estos propósitos en la Alta Edad Media. Más tarde, fue reutilizado como refugio, fábrica, sede de una orden religiosa, fortaleza y cantera. De sus ruinas se extrajo abundante material para la construcción de otros edificios, hasta que fue convertido en santuario cristiano, en honor a los prisioneros martirizados durante los primeros años del Cristianismo. Esta medida contribuyó a detener su espolio y a procurar su conservación.
Dejábamos la historia con Rubén y yo camino del Coliseo... tras un breve paseo en taxi por las desiertas calles de Roma nos plantábamos en los alrededores de la salida y después de tener que dar un larguísimo rodeo para alcanzar la zona de boxes y de guardarropía nos dispusimos a prepararnos para afrontar eso que durante tanto tiempo habíamos visto como un objetivo más o menos lejano pero que ahora ya estaba ahí a nuestro lado. A pesar del incidente del paseo forzoso para llegar a los camiones que hacían de guardarropía la organización en este aspecto se mostraba impecablemente eficaz con un buenísimo sistema de recogida de mochilas, siempre con la oficial que se entregaba a cada corredor e identificada con el dorsal. Estos momentos fueron de largo los de mayor "inquietud" ya que se palpaba un gran ambiente pero la cercanía del "abismo" se dejaba notar. Finalizado el proceso de preparación y dejadas las mochilas a buen recaudo ya solamente quedaba enfilar el camino al Coliseo y entrar en la zona de cajones para esperar los más de veinte minutos que quedaban para la salida. Llegados a nuestro cajón, y dado que la ubicación era muy retrasada tomé la determinación de abandonar a Rubén a su suerte y tratar de adelantarme al máximo para intentar coger la mejor ubicación posible de cara a unos primeros kilómetros que, dada la aglomeración de corredores, serían seguramente muy complicados. Bien, el caso es que finalmente llegó la hora y con algo de retraso se dio la salida. Debo confesar que este primer momento en carrera es inenarrable con las emociones a flor de piel y esa mezcla de excitación, entusiasmo y cierto miedo a lo que estaba por venir...
Al final, como muchos de vosotros sabéis, el objetivo era intentar estar en un tiempo de 3.30 aunque sin olvidar en ningún momento mi inexperiencia en la distancia y, sobre todo, que estaba en Roma para disfrutar como un enano de la experiencia de correr durante cerca de cuatro horas por una ciudad histórica, sintiéndome durante ese tiempo y ese trayecto parte integrante de la misma. Con todo, en la salida conseguí situarme a una distancia prudencial de los globos de 3.30 así que durante buena parte del trayecto fueron una buena referencia para mí aunque en ningún momento llegué a obsesionarme por ello.
La salida y los primeros kilómetros fueron, como ya preveía, complicados. Dada la aglomeración de gente era muy complicado encontrar un ritmo sostenido de carrera ya que la misma se veía salpicada de continuo por parones, gente que se cruzaba, gente como siempre mal colocada y que iba frenando al resto... a pesar de ello muy pronto me centré en correr y siempre con los cinco sentidos en lo que hacía para evitar, por un lado, cualquier tipo de incidente y, por otro, saltarme el guión en forma de ritmo demasiado elevado. Con el globo de 3.30 siempre unos cien metros por delante, me concentré en encontrar un ritmo cómodo y este no tardó en llegar. No quería obsesionarme con el tiempo así que en esta ocasión había programado el Garmin para que me marcase los tiempos cada tres mil metros. Así, casi sin tiempo para notarlo, me planté en el kilómetro tres en un tiempo de 15.06, algo que entraba dentro de mis cálculos. Pero lo mejor de todo era que ya en este punto había entrado plenamente en carrera e iba ya muy tranquilo y con cierta comodidad.
Plano del recorrido
La primera parte de la carrera nos alejaba del centro de la ciudad para ir a buscar el Río Tevere y posiblemente se trata de la parte menos vistosa del recorrido. De hecho desde el kilómetro seis hasta el quince se va prácticamente en todo momento siguiendo su cauce y cruzando el mismo varias dos o tres veces, de manera que en algún momento incluso llegas a perder la noción de en qué lado del mismo te encuentras. Pero al margen de ello, los kilómetros seguían avanzando y mis sensaciones iban siendo igual de buenas, si no mejores a medida que las piernas iban entrando en calor, y ello a pesar de que ya desde los primeros momentos parecía que el calor se iba a cebar con nosotros. De esta manera, el segundo parcial en 14.20, el tercero en 14.40, el cuarto en 14.25 y el quinto en 14.32 me dejaban a la altura del quince en un ritmo medio de 4.52, insisto con muy buenas sensaciones y la cabeza muy fresca todavía. En el avituallamiento del quince aproveché para tomar un vasito de sales porque el calor empezaba a hacer mella. Esta circunstancia sería al final de todo determinante, o al menos eso creo, en el devenir posterior de la carrera.
En este punto de la carrera entrábamos en la zona del Vaticano; después de pasar por el Castillo de Sant'Angelo, antigua prisión del Vaticano, enfilábamos una larga recta que nos iba a llevar hasta la explanada de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. En este punto se amontonaba una enorme cantidad de gente, imagino que turistas sorprendidos por la carrera, gente que ayudaba con sus gritos de apoyo a mantener la cabeza despejada y el ánimo en lo más alto. Sobrepasado el Vaticano, y de camino hacia la media maratón, empezaron los primeros síntomas de ciertos problemas estomacales que al final acabaron por ser claves en mi rendimiento posterior. No sé exactamente las cusas de los mismos aunque quizá el haber desayunado cuando no suelo hacerlo junto con ese trago de sales que estaban algo más frías de lo recomendable pudieron ser los causantes del problema. Fuera cuál fuera la causa el problema estaba ahí y de camino a la media empecé a tener que luchar contra este invitado no esperado. En un primer momento, después de unos minutos con molestias, parecían desaparecer pero después, con cada trago de líquido reaparecían y ello acabó por minar mi confianza y, con ello, mi fe en poder llegar al final a un ritmo como el que llevaba. Pese a ello los dos siguientes parciales en 14.47 y en 15.41 me dejaron al paso de la media en un tiempo aproximado de 1.45 y todavía buena cabeza a pesar de haber bajado ligeramente el ritmo en el último tres mil para tratar de superar esos problemillas.
A partir de este punto el recorrido volvía a encontrarse con el Tíber, daba un cambio de sentido para volver a encaminarnos hacia la zona de salida y nuevamente siguiendo el curso del río nos llevaba poco a poco hacia la zona centro. Pero las cosas habían dado un cambio radical; a pesar de que las piernas seguían funcionando bastante bien, cada trago de agua suponía volver a tener que pasar por el trago menos agradable de algún retortijón, y con cada uno de estos la confianza en mis posibilidad iba menguando de manera importante. Cierto es que en ningún momento el problema fue importante; cierto es también que en todo momento supe que acabaría la carrera. Pero no menos cierto es que poco a poco la cabeza iba flaqueando y con esta flaqueza el ritmo iba menguando de manera progresiva y "voluntaria". Tres parciales de 15.59, 16.39 y 16.42 me llevaban hasta el kilómetro treinta con la esperanza de ir recuperando la confianza y poder dar el do de pecho en la parte final...

La Fontana di Trevi está situada en el cruce de tres calles (tre víe), marcando el punto final del Aqua Virgo (en italiano Acqua Vérgine), uno de los antiguos acueductos que suministraban agua a Roma. Con la supuesta ayuda de una virgen, los técnicos romanos localizaron una fuente de agua pura a sólo 22 km de la ciudad (escena representada en la actual fachada de la fuente). Esta Aqua Virgo corría por el acueducto más corto de Roma directamente hasta los Baños de Agripa y fue usada durante más de cuatrocientos años. El golpe de gracia a la vida urbana de la Roma clásica tardía fue la rotura de los acueductos por parte de los asediadores godos. Los romanos medievales quedaron reducidos a sacar agua de pozos contaminados y del río Tíber, que también se usaba como cloaca. La costumbre romana de construir una bella fuente al final de los acueductos que traían agua a la ciudad fue resucitada en el siglo XV, con el Renacimiento. En 1453, el papa Nicolás V terminó de reparar el acueducto Aqua Virgo y construyó una simple pila, diseñada por el arquitecto humanista León Battista Alberti, para anunciar la llegada del agua. Renovada posteriormente, el telón de fondo de la fuente es el Palacio Poli, al que da una nueva fachada con un orden gigante de pilastras corintias que enlazan las dos plantas. Domando las aguas es el tema del gigantesco proyecto que se extiende hacia delante, mezclando agua y roca tallada, hasta llenar la pequeña plaza. Dos tritones guían la carroza en forma de concha de Neptuno, domando sendos caballos de mar. En el centro está sobrepuesto un arco del triunfo robustamente modelado. El nicho o exedra central enmarcando a Neptuno tiene columnas exentas para mejores luces y sombras. En los nichos flanqueando a Neptuno, Abundancia vierte agua de su urna y Salubridad sostiene una copa de la que bebe una serpiente. Encima, unos bajorrelieves ilustran el origen romano de los acueductos.
Los tritones y caballos proporcionan un equilibrio simétrico, con el máximo contraste en su pose y disposición (para 1730 el Rococó ya había florecido en Francia y Alemania).
Una leyenda tradicional sostiene que los visitantes que arrojan una moneda a la fuente aseguran su regreso a Roma. Entre quienes no saben que las «tres monedas» de Tres monedas en la fuente eran arrojadas por tres individuos diferentes, una interpretación actual es que dos monedas llevan a un nuevo romance y tres aseguran un matrimonio o un divorcio. Otra versión de esta leyenda es que trae suerte arrojar tres monedas con la mano derecha por encima del hombro izquierdo a la fuente.Se estima que se arrojan unos 3000€ diarios a la fuente. El dinero se ha usado para financiar un supermercado para los romanos necesitados.
Sobrepasado el kilómetro treinta en mi cabeza solamente quedaba un objetivo: acabar de la manera más digna posible. Las piernas seguían respondiendo pero sin cabeza es difícil afrontar este tramo final de una maratón. Centrándome en la gente que en todo momento corría a mi lado y con el globo de las 3.30 perdido en la lejanía intentaba alejar los fantasmas de mi mente y me iba marcando objetivos de poco calado para seguir devorando kilómetros. Y así llegaron los dos siguientes parciales que me dejarían en el treinta y seis, 17.38 y 17.51, siguiendo con esa negativa progresión al alza. En este punto el recorrido ya se volvía a adentrar en el centro de la ciudad: Via del Corso, Piazza del Poppolo, Piazza d'Espagna, Fontana di Trevi, ... Y en este punto, a la altura de la Piazza del Poppolo, tras haber superado un largo tramo por la Via del Corso que picaba de manera continuada hacia arriba con el objetivo de darme un pequeño respiro, llegó un último intento por avivar nuevamente el ritmo. Sin embargo la "mala suerte" quiso que lo que quedaba en adelante fuera posiblemente la parte más dura del recorrido. Alcanzada la Piazza Navonna nos dirigimos a la Fontana di Trevi y desde aquí una larga y "matadora" subida nos encaminaba, previo descenso al Monumento a Vittorio Emmanuel cerca ya del kilómetro cuarenta. En este punto mi cabeza ya había dicho basta y mis piernas se habían entregado al objetivo de acabar la maratón sin ningún objetivo añadido así que mis ritmos eran más de caminante que de corredor. Un parcial cercano a los veinte minutos me llevaba hasta el treinta y nueve. Y todavía quedaba lo peor; sobrepasado el monumento a Vittorio Emmanuel nos quedaban un par de kilómetros de subida que nos llevarían a la parte trasera del Colosseo por el Foro y con ello el arco del último kilómetro con un tramo todavía de subida que nos dejaba al inicio de un pequeño descenso, siempre rodeando el Coliseo y finalmente en la recta de llegada.
Poco después de una inolvidable
mañana por las calles de Roma
Un último esfuerzo en la misma, sacando fuerzas imagino que de la misma emoción del momento, me permitió sobrepasar algún que otro corredor aunque ello tuve que verlo en los vídeos de la carrera. En ese momento debo reconocer que más que nunca me embargó la emoción y que incluso alguna lagrimita luchó por caer de mis ojos aunque no llegara a hacerlo. No sabría decir en qué pensaba en esos momentos, o sí pero creo que me lo guardaré para mí. Pero lo que es cierto es que se agolparon muchas cosas en mi interior, muchos recuerdos y muchos agradecimientos a tantísima gente. Bueno, el caso es que muy emocionado y con la compañía en un lateral de Mónica y de Clara finalmente pude cumplir un sueño y acabar mi primera maratón en un tiempo, que os juro que no me importaba lo más mínimo de 3.53.04 y la satisfacción del deber cumplido.
Quedaba todavía un rato de espera para que la satisfacción fuera completa. Después de recoger la mochila y de hidratarme convenientemente así como de comer, algo que durante toda la carrera apenas había hecho por miedo a mis problemas estomacales, me reuní con las chicas dispuesto a esperar la llegada de Rubén. Sabía que tardaría todavía pero también estaba convencido de que llegaría. Las noticias que me trasladaron Clara y Mónica solamente hizo que mi fe en que Rubén sería también finisher se acentuara. A partir de aquí, muy tranquilo pero impaciente, solamente fue cuestión de esperar, con las noticias llegando a cuentagotas pero siempre tranquilizadoras, a que sobrepasadas por poco las seis horas Rubén hiciera su entrada triunfal en meta. ¿Qué decir de esto?; solamente se me ocurre un calificativo: BRAVISSIMO!!!!

Llegados a este punto puedo decir sin temor a equivocarme que cierro un ciclo en esto de las carreras. A partir de ahora habrá que empezar a pensar en nuevos retos. De momento el primero está ahí, volver a la MiM y hacerlo intentando rebajar esa marca del 2010 pero detrás de este reto vendrán otros seguro, los más como siempre en la montaña pero alguno habrá que se desarrollará en esa Senda Negra que tanto he "odiado" pero que, habrá que empezar a reconocerlo, tanto me ha dado estos últimos meses. De momento os dejo como siempre con los enlaces y con algo que no soy capaz de reflejar con palabras pero que se llama Ilusión, con mayúsculas. Gracias a todos por estos meses compartiendo una ilusión y por el apoyo que me habéis brindado día a día; sin vosotros esto no hubiera sido posible.


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2 comentarios:

Jordi Tena dijo...

MARATONIANO, ENHORABUENA !!!!
Poco mas puedo decirte, al leer tu cronica me has hecho revivir ese sueño que yo cumpli en diciembre del 2010. Grandisima cronica (me has hecho sufrir) y debo decirte que me has abierto un nuevo frente con un nuevo objetivo para el proximo año. Enhorabuena crack!!!!

Tinyo dijo...

Gracias por tus palabras campeón. Solamente decirte que no es mal objetivo el de Roma; no puedo comparar con otras pero seguro que esta maratón no deja indiferente a nadie. Animo que Vigo está esperándote